miércoles, 15 de agosto de 2018

¿Que es la Propiedad Intelectual? ¿Y de qué sirve en los emprendimientos biotecnológicos?

Durante casi una década de experiencia profesional relacionada con la transferencia tecnológica y los emprendimientos (a veces no tan) de base científica, he escuchado decir que no vale la pena gastar tiempo y recursos en solicitar una patente de invención. Incluso he oído que éstas son un estorbo, en casi todo sentido, para el desarrollo de una innovación.

Mi opinión es que estas ideas nacen a partir del desconocimiento de los emprendedores por el sistema de propiedad intelectual, que reconozco es bastante complejo. No obstante, en determinadas situaciones, las patentes pueden convertirse en el activo más valioso que podría llegar a tener un emprendimiento en su intento por comercializar una innovación tecnológica.

¿De qué se trata la propiedad intelectual?

Partamos por lo básico. ¿Qué es una patente de invención? Para responder esa pregunta debemos ir incluso más atrás y explicar qué es la propiedad intelectual. La Organización Mundial de Comercio la describe como aquellos derechos exclusivos que se confieren a las personas, durante un plazo determinado, sobre toda expresión creativa y original que proviene del intelecto humano.

Generalmente, la propiedad intelectual se divide en dos áreas: los derechos que requieren registro; y aquellos donde no es obligatorio su registro.

En este último grupo, se encuentran básicamente los derechos de autor, los cuales se confieren automáticamente frente la expresión de una obra original y se circunscribe  mayormente a las obras artísticas y literarias. El derecho de autor protege la expresión de la obra, pero no su eventual funcionalidad. Vale decir, si publico un artículo en una revista que describe el funcionamiento de un vehículo eléctrico que yo inventé, el derecho de autor protege únicamente la reproducción del escrito, pero no impide que un ingeniero replique la tecnología en su taller y lance al mercado un auto con iguales características. Esto es especialmente crítico en la desarrollo de tecnologías de información y el software, situación que también explico aquí.

Por esta razón se requiere una protección adicional para resguardar las características técnicas y funcionales de un invento. Es ahí donde surgen las patentes de invención, las cuales necesitan registro para la apropiación de ese derecho.

Las patentes de invención son solicitadas ante organismos estatales competentes, quienes conceden o rechazan la patente en base a tres criterios: novedad mundial, nivel inventivo y aplicación industrial.
Las patentes de invención entregan un derecho monopólico a la persona natural o jurídica, dentro del territorio (país) que compete a ese Estado que otorga la patente, durante un período determinado (usualmente 20 años a partir de la fecha de solicitud, sin posibilidad de renovación). En el caso de Chile, la autoridad competente es el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI).

Aquí está, a mi juicio, la característica esencial de una patente de invención y que consiste en que la persona tiene el derecho exclusivo para impedir que terceros reproduzcan, modifiquen o comercialicen su invento sin autorización. De esa forma, la patente obtiene un valor económico y que se puede transar en el comercio.

Entonces, cuando un grupo de investigadores en biotecnología inventa un nuevo proceso que permite degradar residuos a través de organismos vivos como bacterias, o bien utiliza una enzima como tratamiento contra la diabetes (dos problemas de gran potencial comercial), pueden solicitar una patente de invención que proteja la aplicación de estas nuevas tecnologías. De esa forma se "apropian" del conocimiento generado y que tiene una aplicación industrial.

¿Por qué obtener una patente?

Solicitar una patente es un trámite costoso en cuanto a tiempo y recursos, por tanto la propiedad intelectual debe tener un propósito estratégico. Una repuesta frente ello puede ser que necesito la patente porque entiendo que la solución que inventé apunta a un problema de mercado con alto potencial de retorno a la inversión (estrategia de monopolio comercial). Otra alternativa válida sería que la patente aumenta mi reputación profesional y quizás de la institución donde investigo e invento (estrategia de prestigio individual y corporativo). También puedo solicitar la patente en base a que deseo impedir que terceros se adelanten o apropien de mi trabajo tecnológico (estrategia de bloqueo o defensiva). Estas decisiones deben ser alimentadas y aconsejadas por una política de propiedad intelectual, acorde a los objetivos estratégicos a largo plazo de la institución o personas.

En el caso de la biotecnología, usualmente la investigación requiere un alto nivel de inversión en espacio, equipamiento, contratación de personal, adquisición de materiales, entre otras. Entonces, una forma de recuperar esa inversión es patentar los desarrollos tecnológicos alcanzados para luego comercializar la propiedad intelectual y buscar un retorno que idealmente sea superior a la inversión. De esa forma, hago crecer mi laboratorio o centro de investigación.

En las universidades que ya han entendido y definido este tema, para luego plasmarlo en políticas coherentes de propiedad intelectual, se incentiva a que los investigadores faciliten sus creaciones intelectuales y las patenten con el fin de comercializarlas o transferirlas al mercado.

Comercialización de las Patentes

Las alternativas de comercialización de la propiedad intelectual (mayormente patentes) son esencialmente dos: licenciamiento y emprendimiento. Como el riesgo de innovar en este caso es muy alto, debido a que la tecnología no funcione adecuadamente o bien al mercado no le guste mi propuesta de valor (y en consecuencia, no estén dispuestos a pagar por ella), la primera opción es buscar un aliado que asuma este riesgo y entregarle la propiedad intelectual para realizar las primeras demostraciones en el mercado.


Como tengo un derecho monopólico gracias a la patente, le puedo entregar ese derecho al interesado a través de un contrato de licenciamiento. Esto quiere decir que le transfiero la patente a un tercero (idealmente una empresa establecida), bajo ciertas condiciones de uso para que éste pueda obtener un resultado (principalmente económico). Si ese resultado es positivo, como dueño o titular de la patente, puedo obtener una regalía económica. El licenciamiento es uno de las principales actividades de transferencia tecnológica en universidades.

Un caso de licenciamiento es la vacuna que previene el cáncer cervical (una enfermedad que provoca cerca de 250 mil fallecimientos anuales), desarrollada por los investigadores Ian Frase y Jian Zhou de la Universidad de Queensland (Australia). La tecnología que derivó de esta investigación fue patentada por la universidad en 1991 y luego licenciada a la farmacéutica Merck, bajo la marca Gardasil. Hoy esta solución de salud se ha distribuido en más de 200 millones de dosis, en 130 países, generando ingresos anuales sobre $ 1 mil millones de dólares. De esa enorme torta comercial, la Universidad de Queensland recibe considerables regalías, que se reinvierten en nueva investigación. Adicionalmente, una de las cláusulas de este licenciamiento, es distribuir la vacuna a precios más bajos y hasta de forma gratuita en países de bajos ingresos y con una alta tasa de enfermedades de transmisión sexual.

Casos de gran impacto como éste son escasos en el mundo académico, pero posibles gracias a las patentes. En Chile, existen esfuerzos similares como los de Alexis Kalergis en la Universidad Católica para combatir el virus sincicial respiratorio y Luis Burzio en la Fundación Ciencia y Vida en temas relacionados con el cáncer, quienes intentan realizar esta compleja tarea de transferir resultados de I+D a la sociedad y se espera que en los próximos años puedan entrar en etapas de licenciamiento y comercialización.

Emprendimientos basado en Ciencia

Sin embargo, la posibilidad de encontrar a ese interesado en comercializar mi patente es escasa y sobre todo considerando una industria, como el chilena, que no está muy interesada en innovar. Por ello, es importante entender en qué mercados fuera de Chile, mi tecnología tiene potencial. Así patento en esos países y busco interesados en licenciar para su comercialización.

El patentamiento en distintos países involucra obviamente un alto costo, que debo considerar antes de iniciar el trámite de solicitud. Ese análisis considera, entre otras cosas, si existe real interés de mercado, potenciales licenciatarios y fortalezas de la propiedad intelectual. Así, finalmente decido si patento o no; además de otras vías de comercialización acordes a la fortaleza de la propiedad intelectual.

Por ejemplo, si en ese análisis determino que la tecnología tiene un alto potencial pero no encuentro licenciatarios interesados, puedo considerar iniciar un emprendimiento. Vale decir, creo mi propia empresa para que comercialice la propiedad intelectual que tengo a mi favor. En este caso, debo desarrollar una estrategia de investigación y desarrollo que me permita tener más de una patente, además del registro de marca (otra propiedad intelectual que requiere registro). Así el emprendimiento va diseñando el producto que se lanza al mercado y que, bajo un modelo de negocios, lucha por vender.

Nuevamente, las patentes tienen un valor intrínseco, pues mi empresa tendrá el monopolio para poder comercializar la tecnología patentada. De esa forma, excluyo a competidores y, más importante aún, tengo un instrumento para atraer inversión externa. Esto es fundamental para alcanzar mejores opciones de cruzar el famoso "valle de la muerte", por el cual pasa todo emprendimiento.

A medida que mi naciente compañía va avanzando en la demostración técnica y comercial del producto, voy captando la atención de competidores más grandes y que se interesan en mi tecnología, la cual legalmente no pueden copiar. De esa forma, el "pez más grande" me ofrece adquirir mi emprendimiento no solo por las ventas que genero hoy, sino por el potencial que ofrezco a futuro y que es posible gracias al monopolio de las patentes.

En el diagrama a la izquierda, se observa el progreso técnico y comercial del anticuerpo monoclonal Trastuzumab, que interfiere con el receptor del factor de crecimiento epidérmico humano (HER2) y cuya aplicación actual se enfoca en el tratamiento de pacientes con cáncer de mama. El Trastuzumab fue desarrollado inicialmente por el Centro Johnson del Cáncer, bajo el alero de la Universidad de California Los Angeles (UCLA) durante la década de 1980. La propiedad intelectual luego se transfirió a la naciente empresa de biotecnología Genentech, quien continuó solicitando patentes respecto a esta aplicación y confirmó su efectividad para contrarrestar el cáncer de mama en pruebas clínicas con pacientes humanos. Luego, el gigante Roche comercializó la licencia de ese grupo de patentes.

Finalmente, Roche consideró que todo el portafolio de propiedad intelectual de Genentech era útil para su crecimiento y decidió adquirir la empresa por más de $ 46 mil millones de dólares en 2009. Entre 2014 y 2017, las distintas patentes relacionadas al Trastuzumab caducaron y desde entonces se han producido los respectivos bio-equivalentes.

Como afirmé anteriormente, la propiedad intelectual tiene muchas aristas y aquí intenté resumir los elementos  que a mi juicio son los más importantes para un emprendimiento biotecnológico. Encantado de recibir dudas y comentarios en mi cuenta de Twitter @dhzlatar

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